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Apolo etrusco de Veyes
Tamaño pieza : 30 cm.
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Tamaño pieza : 30 cm.
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No podemos comprender esta magnífica talla sin conocer como era la escultura etrusca. Por alguna razón que se desconoce, esta cultura no desarrolló el trabajo en piedra (aunque sí la escultura en bronce), por eso uno de sus sellos artísticos son las esculturas en barro cocido, terracotas ("terra cotê", tierra cocida en francés) que policromaban, tal y como los griegos pintaban sus estatuas de mármol. Pese a la fragilidad de este material (por eso muchas figuras nos han llegado rotas en fragmentos) se atrevieron a crear tallas de gran tamaño, para ello las fabricaban por partes y luego las ensamblaban en el momento de la cocción.
El período clásico del arte etrusco va del 575 al 475 a.C. y la influencia predominante es jónica-ática. Aunque algunos motivos son de orden funerario, también trabajaron para decorar templos y otros espacios importantes. Siendo el arte etrusco, en su gran mayoría, de carácter anónimo, es muy importante para la historia del arte los pocos autores que sí se conocen, como Vulca (conocido gracias a Plinio) que trabajó en la antigua ciudad de Veyes y que, según algunos historiadores, creó una escuela, aunque no se pueden atribuir a él todos los hallazgos de esta zona. A él se le adjudican el Apolo de Veyes y el Hércules del templo de Portonaccio, que actualmente se encuentran en el Museo de la Villa Giulia. Así como en el arte griego el canon de belleza era idealizar la representaciones, en el arte etrusco prima la expresividad propia de cada obra, y esto lo podemos ver claramente en el Apolo de Vulca, donde la sonrisa del dios está lejos de ser equilibrada, pero la expresión del rostro tiene una fuerza que no deja a nadie indiferente, con esa sonrisa arcaica griega casi diabólica, símbolo de la potencia etrusca de la época, es la mejor representación de espíritu etrusco.
El Apolo de Veyes es una figura de barro cocido o terracota con una altura de 1,80 mts. Policromada y de estilo etrusco arcaico tardío. Se descubrió en 1916, en el santuario dedicado a la diosa Menrva (Minerva para los romanos) de Portonaccio, en la antigua ciudad de Veyes (el actual Alto Lacio). Curiosamente fue encontrada de pie, sobreviviendo a los ataques romanos, pues Veyes fue la primera ciudad etrusca que sufrió la expansión conquistadora de Roma.
Ésta réplica arqueológica, de escultura etrusca, es una figura de arte con influencias griegas, idónea para comprar regalos exclusivos como figura de decoración.
Detalle del rostro
Detalle de la ornamentación de la base
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